Tres letras (www) seguidas de un
punto hicieron de Internet un lugar para todos los públicos. De una red usada
por centros de investigación y defensa al centro de la vida social y los
negocios que hoy representa, la world wide web, la telaraña mundial, cumple 25
años este
miércoles. Tim Berners-Lee, el creador de este protocolo, cuando trabajaba en
el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), junto a Ginebra, y su
lenguaje de programación, el HTML, lenguaje de etiquetas de hipertexto, celebra
la buena salud de su invento.
La Red apenas usa ya las tres uve
doble para ir a una dirección. En muchas ocasiones, directamente se carga a
través de aplicaciones: “Se gestiona a través de marcos conceptuales u otros
programas, pero la esencia, lo que va por debajo, está hecho del material
inicial”. Berners-Lee habla del brillante futuro de su invento en uno de los
lugares consagrados a la historia de Silicon Valley, el Museo de la Historia de la
Informática en
Mountain View, muy cerca del campus de Google, y a pocas calles de la guarida
de WhatsApp. Allí se muestra cómo eran aquellos ordenadores con bujías que
ocupaban toda una sala junto a uno de los primeros modelos de coche sin
conductos de Google. Berners-Lee mantuvo en ese lugar un encuentro informal con
una veintena de personas, incluido media docena de periodistas.
Antes de la primera burbuja de
Internet, a comienzos del nuevo siglo, hubo una guerra por la conquista de los
navegadores. Mosaic fue el primero, la herramienta que hacía legible y
manejable el código creado por Berners-Lee. Después llegó el Netscape de Marc
Andreessen, uno de los primeros millonarios de Internet, hoy convertido en
polémico inversor de capital riesgo. Berners-Lee considera que la creación hace 20 años
del W3C, el consorcio que marca las pautas de programación de las
páginas web, fue clave para su futuro. Sin embargo, será lejos de la pantalla
del ordenador: “La web ahora está en pantallas grandes, tabletas y teléfonos,
pero pronto invadirá relojes y aparatos que están por llegar”.
La web ahora está en pantallas grandes,
tabletas y teléfonos, pero pronto invadirá relojes y aparatos que están por
llegar”
Berners-Lee considera que la
combinación entre HTML5, una versión mucho más dinámica de su primitivo código,
y Javascript, un lenguaje de programación que dota de interacción a las páginas
web, auguran recorrido a su invención: “El límite de las máquinas no es su
potencia, sino nuestra imaginación. Al programar no se debe pensar solo en la
página, sino también el contenido que alberga en su interior”.
Uno de los grandes retos que
afronta su invento para tener continuidad es la adopción de estándares. Durante
más de una década, las versiones antiguas de navegadores -especialmente
conocido es el caso de Internet Explorer 6 de Microsoft- impedían nuevos
avances. El debate entre si se debe adoptar las últimas recomendaciones de
programas o mantener el acceso a los usuarios, casi siempre del entorno
corporativo, que seguían con estos navegadores, frenaron innovaciones que
técnicamente eran posibles. Esto se repite en el caso de los móviles cuya
actualización queda estancada, en muchas ocasiones, por los propios
fabricantes. “Tanto Android como iOS usan HTML5 pero no es suficiente, lo
lógico sería apostar por navegadores menos exigentes, que se actualizasen por
sí mismos, sin necesidad de hacerlo con todo el sistema operativo”, subrayó
durante el encuentro.
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